sábado, 3 de marzo de 2012

La viveza, entre la inteligencia y la estupidez

Por Marco Denevi
Frente a un problema concreto, la reacción mental del hombre inteligente es dinámica: buscará el camino de la solución, a menudo a través de exploraciones, de asedios desde distintos flancos, de razonamientos abandonados en un punto y recomenzados en otro, hasta encontrar la salida.

En latín, salida se dice exitus, de ahí que los ingleses tradujeron exit; la inteligencia conduce al éxito; ese mismo idioma, madre del nuestro, cuyo estudio hoy les parece superfluo a algunas autoridades universitarias, tiene un verbo, stupere, que significa quedarse quieto, inmóvil, paralizado y, en sentido traslaticio, mentalmente detenido como delante de un cartel que dijera stop.
De ahí deriva la palabra estúpido; hombre que permanece entrampado por un problema sin atinar con la salida, aunque a veces adopte la agitación convulsa de una mariposa encandilada por una luz muy fuerte o los movimientos desesperados de un animal dentro de una jaula. Hablo siempre de lo que ocurre en la mente.

Las dos únicas reacciones del estúpido serán la resignación o la violencia, dos falsas salidas, dos fracasos.
Fuente: Editorial del Diario La Nación, de hace aproximadamente 20 años